TANTO VIAJE...
“Llegó abril, y en aquel olvidado mechinal centellean pigmentos turquesa y añil, traídos como valioso regalo del largo viaje. Atrás quedaron 10.000 kilómetros de volar y volar, cruzar el estrecho de Gibraltar, atravesar el Riff y el Atlas, esquivar el Sahara por la costa mauritana o , despedirse de las sabanas del Sahel y sobrevolar las selvas de mucho más al sur del Africa tropical. Y aquí está otra vez; buscando criar nuevamente, donde cada vez le resulta más complicado. Ya no encuentra escolopendras en los centenarios olivos, ni lagartijas en los majanos de piedra, ni saltamontes en los linderos… ¿Qué hacen estos agricultores? Solo algunos rincones, mantenidos milagrosamente, podrán dar sustento a esa pareja de carracas una primavera más. Pero suenan nefastos rumores electrónicos de cambio, algo sin precedentes se está maquinando… Pronto llegarán las excavadoras y camiones cargados de perfiles de acero, mallas, transformadores, rollos de cables y miles de placas fotovoltaicas"
Pocas veces he tenido la suerte y la libertad de poder desarrollar una escultura de este calibre y trabajo, donde compaginar algunas de las facetas que más me fascinan. Arquitectura y ornitología van de la mano en esta escultura-instalación que he venido ejecutado para la IX edición del Festival ARTSUR-ARTE EN ACCION, celebrado en Montemayor (Córdoba, España) entre el 2 y el 5 de junio de 2022. Sin lugar a dudas, he de agradecer esta oportunidad y todos los apoyos prestados, tanto por sus organizadores: ARTSUR (Sebastián Machuca y Mª del Rosario García), como Ayto. de Montemayor (Antonio Soto), trabajadores (Aurelio, Antonio, Paqui y otros muchos anónimos), empresas, voluntarios y algunos amigos que me han ayudado de alguna manera.
La instalación artística en cuestión, está basada en dos partes bien diferenciadas; una con referencia a la arquitectura vernácula, y otra, directamente relacionada con la escultura figurativa animalística; ambas disciplinas ampliamente desarrolladas personalmente a lo largo de los últimos años.
La primera, ha consistido en la construcción de un muro de tapial mediante técnicas tradicionales de tierra cruda prensada recogidas del entorno cercano, donde se representa una imagen sobredimensionada de un “mechinal”, es decir, uno de aquellos huecos que se dejaban en los muros cuando se insertaban maderos donde apoyar el andamiaje durante los trabajos de levantamiento de paredes. Estos huecos cuadrangulares quedaban abiertos en muchos casos para permitir la recolocación de soportes para futuras reparaciones.
La fracturación y simplificación de planos ha sido el planteamiento estético con el que he desarrollado la figura, donde por un lado aparece solo la cabeza y por el contrario la cola, quedando el resto del cuerpo como espacio intermedio de vacío, justo dentro del hueco.
Para reforzar el mensaje que he querido transmitir, las plumas de la cola han sido talladas en madera de Koto (Pterygota spp.) de procedencia afro-tropical, y el pico de la cabeza en madera de Olivo (Olea europea) de procedencia local, ambos elementos moldeados y recubiertos de badana (piel ovina), finalmente policromado en su conjunto. Todo ello me ha permitido ofrecer esa idea de dualidad, viaje y transición de la vida de un ave que tras su larga migración afro-ibérica, se asoma cada primavera a estos paisajes de la Campiña Cordobesa, buscando en su memoria ancestral aquel espacio donde nació o perpetuarse, a pesar de la incertidumbre de los cambios.
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